Es demasiado cierto lo que dicen que por cada ser querido que se nos vá algo de uno mismo también desaparece. En el alma se acumulan las ausencias y como espinas, se hacen demasiado dolorosas. Se ha ido mi tío Pimpe y lo ha hecho como es costumbre en mi familia, con coraje y sin hacer ruido. Por la puerta pequeña de éste mundo que dá paso al paraíso de los más grandes. Esa injusta enfermedad ha podido con él en ésta tierra de sufrimientos. Pero nadie duda que ahora y por toda la eternidad volará tan alto y luminoso como una estrella en el firmamento.
Y es que de pequeño, cuando me acercaba a él, siempre tuve la grata sensación de estar hablando con una persona que vivía con otro ritmo diferente. Ese tipo de hombres que se deleitaban con lo más pequeño y sabía descifrar en el canto de sus pájaros el sentido de la vida más puro. Que a cada golpe de cepillo en su banco de carpintero, escribía la nueva nota acompasada, de una extensa partitura de experiencias atesoradas a lo largo de su vida. Eternos atardeceres en el campo dónde un horizonte rojizo lo inspiraban y le recordaban que en casa y por siempre le esperaba mi tía Tere. Su mujer siempre le tuvo el amor y la paciencia necesaria que su espíritu libre demandaba. Un hombre cuyas manos eran las de aquél artista que moldeó su entorno como pudo y que la vida en demasiadas ocasiones le golpeó injustamente.
Hoy quiero recordarlo a él y a su eterna sonrisa, desde éste humilde rincón dónde mis recuerdos se desgranan con tristeza y melancolía. La nostalgia de aquellos años dónde con mi primo Jose Antonio tras demasiadas diabluras conseguíamos que se le agotara la paciencia. De mi prima Rosa Mari que creció y se hizo mujer mientras yo, aún pegaba los mocos en la pared...y de mi tía Tere que nunca le cerró las puertas a nadie y que tras mucho luchar en la vida hoy más que nuca se merece que la suerte le sonría...
Irremediablemente querido tío José y hasta el día en que te vuelva a ver, cada vez que suene el canto de un canario o vea el vuelo de un jilguero me acordaré de tí. Siempre en mi recuerdo Pimpe...
"En la foto José Sánchez Pazos "Pimpe" siendo un mozo junto a sus dos grandes aficiones. Los pájaros y la bicicleta. Especial mención a su gesta ciclista de ida y vuelta a Sevilla con un grupo de aficionados por aquella época y a los miles de premios y reconocimientos a la cría y aves de canto".