lunes, 23 de diciembre de 2013

Cuando un amigo se vá...



Una noche fría de diciembre madrugaste para irte de mi lado. Y lo hiciste mientras dormías y en silencio. A golpe de respiración entrecortada. Como un funambulista sobre la delgada cuerda floja de la vida y soñando con un lugar  dónde descansar al fin. Tú sabes que me hubiera gustado arrancarte unos días más de vida, quizás semanas, de ésa maldita enfermedad con la que juntos luchamos sin querer rendirnos en ningún momento. Pero no pudo ser... Perdóname si te fallé papá.

Tu ausencia se me clava en el alma, y aunque sé que desde entonces una nueva luz brilla en el firmamento, no logro conformarme. Hoy es un día más de los cientos de días en los que los recuerdos se harán poderosos dueños de mis sentimientos. De ésa implacable melancolía que desde que no estás junto a mí me arruga el corazón, y marchita mis ilusiones. Porque ya no me pides la mano, ni me sonríes cuando entro por la puerta de casa. Ya no tengo tu carga bendita, ni podré volver a peinar tus canas. Sólo me queda tu sillón vacío y el olor de tus ropas clavado en mis sentidos.

Te has ido y se ha ido mi amigo. Tan diferentes y tan iguales a la vez, no aprendí lo suficiente de lo que buenamente me pudiste enseñar...de tus manos encallecidas de tanto trabajo, de tu pasión por la naturaleza y por la música que bellamente brotaba de tu armónica. Sé que nunca ambicionaste nada, y que fuiste feliz simplemente sintiéndote orgulloso de mí. Pensando que en tu hijo veías a aquella persona que a ti te hubiera gustado haber sido. Pero ves que la vida a veces nos pone en la misma situación y ahora... ¿qué tan especial soy papá?....me siento como un crío muerto de miedo sin saber que va a pasar, cada vez que amanece y es otro día igual...

Quiero a mis hijos hablarle de su abuelo y de su anhelo...confiarle que nos cuidas desde el cielo y que no importa lo que digan porque para mi fuiste un ejemplo. Dame fuerzas para que mamá vea en mis ojos que sigo siendo ése hijo luchador y esperanzado con un mañana mejor, que podré cuidar de ella aunque tú no estés y poderle decir que la esperarás sentado a la puerta de ése dulce hogar que siempre soñaste tener...con suficiente tierra para sembrar de esperanzas e ilusiones lo que en la vida el destino te negó.

Quiero que sepas que no pasará ni un momento de mi vida,  sin que desee volver a verte a la vuelta de una esquina. Tus viejas herramientas siguen firmes y en pié. Yo seré por siempre tu peón aquí abajo hasta que el día de mañana nos volvamos a encontrar... Hasta siempre papá…





 "Cuando un amigo se vá"...Por Alberto Cortez...Un artista que siempre le gustó mucho a mi padre....


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